1. Cual habíamos advertido, ni la molestia por acercarnos al Siles nos tomamos; en la radio dan un estimado de mil personas: hagan fiesta con ellas. Es más, mi alejamiento de la gradería miraflorina será hasta que se inicie el torneo Clausura, porque su invento de “Play off” a medio año y en pleno mundial me lo paso ya saben por donde.
2. Este artículo de despedida temporal quiero dedicarlo, como bien dedujeron por el título, a analizar un poco el equipo que termina el campeonato Apertura, desde la parte de la dirección técnica, las estadísticas y las enseñanzas que deja.
3. Empecemos con la numerología. Hemos jugado 22 partidos –12 en la parte clasificatoria, la decena restante en el hexagonal que acaba de terminar–, con los siguientes resultados: PG: 8; PE: 8; PP: 6; GF: 36; GC: 32; GD: 4; PTS: 32. Sobre 66 puntos disputados, tenemos el 48,49% –lo cual, en mis épocas de colegio, hubiera significado pasar con un mediocre y reprobatorio 3,4. Estas cifras son ya irrebatibles.
4. Tenemos una de las vallas más goleadas. Solamente en el clásico del pasado miércoles 26 de mayo no le tocó al portero de turno –jugaron tres de los cuatro que supuestamente tenemos registrados– sacar a la gorda de nuestras redes. En eso, claro, incidió el pobre nivel mostrado por Gustavo Fernández (irónicamente la figura en la noche indicada), el “borre” a Luis Galarza –a quien seguimos considerando un gran portero– y las contadas apariciones de Max Rougcher, que a pesar de todo puso el pecho a las balas cuando le tocó estar.
5. La defensa también tiene sus grandes bemoles, cual cabe inferir sin ser ningún Einstein por las cifras de tantos en contra. Digamos que hubo una línea de tres medianamente regular: Federico García, Santos Amador y Luis Palacios, complementada por Rosauro Rivero cuando se jugaba con cuatro atrás o por Jorge Ortiz, Luis Ribeiro, Percy Colque y Gerson García (entre otros que puedo estar olvidando) cuando se trataba de una zaga con dos carrileros móviles. En cualquier caso, los más de 30 goles en contra dicen por sí solos que no cumplieron de buena manera con sus funciones.
6. El mediocampo digamos fue el sector más aceptable, aunque su nivel para generar juego de conjunto más de una vez haya sido como el de un analfabeto para ganarse un premio de novela. Alejandro Chumacero, Herman Soliz, Darwin Peña y Limberg Gutiérrez fueron casi siempre nuestros armadores y contenedores. A ellos se sumaron Thiago Leitao, Carmelo Angulo y Marco Paz. Chumacero es el único que incluso merecería un párrafo propio; Soliz y Peña, cuando le ponen ganas y juegan para el equipo, aportan. Gutiérrez sólo sirve, si acaso, para tiros libres y algún pase en profundidad. Los restantes nombrados incidieron poco como para emitir una valoración ecuánime sobre ellos.
7. La delantera fue la zona que más dolores de cabeza nos dio. Y no sólo porque no hicieron goles “cantados”, sino porque buena parte de los más de 30 tantos a favor fueron convertidos por jugadores de otros sectores. En todo caso, Pablo Vásquez, Julián Di Cosmo, Javier López y aun Martín Menacho trataron de hacer lo suyo, pero ya está dicho que muchas veces sus intentonas acabaron mal. Pese a ello es otra de las líneas con la que podemos estar un poco a gusto.
8. El aprendiz. Lo vengo diciendo desde el año pasado, cuando le dieron el testigo tras echar a Toresani: Sandro Coelho Leite NO ES DT. Puede ser –lo pongo en serias dudas, dicho sea de paso– que haya obtenido su título durante su estadía de fin de año en su país natal (a propósito, ¿recuerdan que queríamos nacionalizarlo? En qué habrá quedado ese trámite, ¿no?), pero no tiene aún la pericia como para hacerse cargo de un equipo como el Tigre, que tampoco es un dechado de virtudes. En contadas ocasiones –cinco máximo– supo leer a tiempo el juego y hacer cambios atinados; se empecina en poner a jugadores que no están como para el trajín de partidos medianamente continuos, aun en la liga nacional que se disputa con suerte a 10 km/hora; y para rematar, como dice un amigo, parece ser k’encha. Lo único bueno es que al momento de los reclamos no se corre y cuida a sus “muchachos”, pero con eso no basta para estar a cargo de un plantel (y si no que lo digan técnicos más experimentados que hacían lo propio pero así les fue).
10. Intencional o casual, en el número simbólico del fútbol me animo –pese a que me dicen ya está “cocinada” la incorporación de Mauricio Soria como estratega– a sugerir tres probables reemplazos para “el caudillo”. Primera opción: “capujarle” al Wilster a Eduardo Villegas. Aunque es un DT que cuida el resultado a veces demasiado, es Tigre de corazón y creo podría hacerlo muy bien. Segunda: traernos de Potosí al “Copito” Andrada, que alguna vez –y si la memoria no me folla, en el plantel campeón de 1993– pasó por nuestro club y es un entrenador de ñeke. Tercera: sacar del ostracismo (si él quiere, claro) a Luis Esteban Galarza Mayeregger. El Lucho es uno de nuestros símbolos vivos –otro, claro, es el Tano Fontana, pero me parece se fue a vivir a Argentina– y sabe de la mística atigrada, esa que tanto echamos de menos en la gradería hace por lo menos unos cinco años.
11. Coelho “el resentido” (ayer se fue de la práctica diciendo a los periodistas que hablasen con Craviotto o Clausen, sus probables reemplazos) anunció este equipo para mandarlo al trajinado césped del Siles, según
Foto: La Razón edición digital
cojudo eres chesco...para que mierda me dices que apoye a esta porquería de equipo, una reverenda huevada es tu estrongest, mejor vuelvo a ser de la U, auqnue modicamente, no se autoengaña creyendose grande pero brinda alegrias, desde que soy atigrado por culpa tuya...vivo en la amargura y frustración
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